domingo, 12 de diciembre de 2010

Viaje al Monte Talath

Saludos profanadores de lo impuro! – Os dice cordialmente Jelisa - Veo que sois puntuales, Hassem ha hecho un buen trabajo con vosotros no cabe duda. Aunque debo confesar que después del resultado de la primera misión  pienso que se lo estáis poniendo bastante fácil. Pero no os confiéis, hay peligros muchos mayores de los que encontrasteis en aquellas catacumbas malditas.  No quiero mermar vuestra moral, el viaje dura apenas unas horas pero es tarde y no hay tiempo que perder! si estáis listos partiremos al monte Talath.

A lo largo del viaje se disfrutan las diferentes vistan que ofrecen las montañas muro norte de Halruaa. Al norte, un macizo de altas montañas os acompaña durante toda la travesía, todas ellas nevadas en sus cumbres. La vista es realmente espectacular. Esas montañas deben ser muy altas para que conserven neveros e incluso un glaciar en estas cálidas latitudes. Las laderas de las montañas al norte están salpicadas con densos bosques de hayas, pinos y abetos que poco a poco van dejando al descubierto la roca desnuda y las praderas conforme se gana altitud. Al sur se aprecia como las montañas van descendiendo progresivamente hasta convertirse en boscosas colinas de hermosos arboles de hoja caduca como arces, sauces, nogales, abedules, etc  y más allá, se alcanza a vislumbrar vagamente las llanuras. El barco volador, al partir de la posición elevada de la mansión, se dirige directamente rumbo al monte Talath, el más alto de una lejana sierra que se ve con claridad gracias al magnífico soleado día que han traído los dioses. Un día que sería perfecto si no fuera por la sensación de  bochorno causada por el continuo viento cálido constante que azota al barco. En las primeras horas el barco sobrevuela una serie de valles que se dirigen al sur, de vez en cuando se pueden  ver animales salvajes, cabañas, pequeñas capillas y en un par de ocasiones algún animal volador de tamaño significante. EL último tramo transcurre por un pequeño valle que se dirige hacia la ladera del monte Talath. Hay un cambio brusco y progresivo en la temperatura conforme el barco va subiendo y subiendo lentamente. La sierra del monte Talath se acerca y el paisaje comienza a volverse más abrupto hasta que los montes se convierten en dos paredes que tapan toda la vista mientras se atraviesa una garganta que no hace más que serpentear.

Finalmente la garganta se abre descubriendo una ladera rocosa llena de casas de piedra con chimeneas humeantes y altas torres de magos de todo tipo de arquitectura… El templo es impresionante. Unas enormes torres en espiral salen de la montaña como si fueran cuernos. En parte de la ladera opuesta al pueblo, unas plataformas suben en escalera donde los barcos y las criaturas voladoras vienen y van, en una flota un imponente barco volador y en otra un hermoso dragón plateado joven. Pese a ello, lLa entrada es lo más monumental. Una plaza elevada, accesible por escalinatas con barandillas llenas de estatuas y abetos, contiene una enorme estatua de la señora con la palma abierta sosteniendo un símbolo de Mystra flotante de llamas azules; que en su conjunto representan la antesala de un pórtico flanqueado por ciclópeas columnas rúnicas. La plaza es un hervidero de peregrinos, mercaderes, guardas, etc.

Tras dejar el barco, la tripulación  entra en los primeros cinco salones. Están llenos de estatuas y curiosas creaciones mágicas casi inimaginables con ilusiones, alteraciones, evocaciones, construcciones mágicas.. plan museo expositor. Quizá lo que más llama la atención es una gigantesca fuente que hay en el centro del primer salón con multitud de de plataformas y estatuas representando a todo tipo de criaturas escupiendo y manipulando el agua con artísticos movimientos y sonidos.  En los laterales de los salones se aglomeran todo tipo de comercios tanto cerrados como abiertos que generan un bullicio incesante. -Un sacerdote  de Mystra se acerca-  Jelisa me alegro de veros, es hora. Me temo que  solo vos podéis bajar.

Siento tener que dejaros –dice Jelisa- podéis hacer vuestros negocios con total discreción durante mi ausencia.